Espacio de convivencia propio, no ajeno
Asistir a un lugar donde las identidades remontan origen, donde lo que somos en está mundialización: se particulariza y se hace objetiva, como dicen los nahuas “donde un espejo se nos pone delante, donde surge un rostro y se fortalece el corazón”, es un privilegio. Estos lugares debemos visitarlos con alegría y habitarlos con alegre rebeldía, para compartir con uno mismo, con los ancestros y con la comunidad, compartir el júbilo con nuestros semejantes. De este modo he vivido Huapalcalco lo últimos quince años de mi vida. Sin embargo, al INAH le parece delictivo el acontecer de reuniones donde compartir aquello que somos y que hemos sido. Celebrar un recorrido guiado, escalar en las peñas del lugar, escuchar a una arqueóloga presentar el resultado de sus investigaciones es un delito. Lo anterior dicho con conocimiento de causa, porque hemos sido denunciados penalmente por hacerlo; pero eso será motivo de otro texto. Ahora me parece importante señalar que cuando la institución se hace