Ser devorado por el dragón/Monstruo de la Tierra: Por todas mis relaciones

Ya venía presintiendo que necesitaba una limpiadita de mi energía y sucedió. Recibí una invitación, bastante solemne para una ceremonia de temazcal. Una cortesía desde las formas antiguas de presentar agradecimientos por las labores que Niebla y Tiempo A. C. ha realizado en favor de Huapalcalco. “Cuando sus relaciones lo permitan” decía la invitación, y por supuesto, llamo mi atención la expresión; estando ya en los preparativos del temazcal, mientras el fuego amacizaba nos explicaron que aquella expresión es otra forma de referirse a la existencia, pues el paso por esta tierra, en la que somos materia, está circunscrita a las relaciones que mantenemos con todo aquello que nos rodea, montañas, plantas, animales, personas, antepasados, descendencias: por todas mis relaciones. Me parece lindo y adecuado, pues ya desde hace tiempo reconozco en la forma en que habito el territorio, cúmulos de relaciones interconectadas, materiales e inmateriales, animadas e inanimadas, profundas y superficiales. En las horas de la mañana previas a la ceremonia, leí en redes sociales, una publicación que hablaba de santa Margarita de Antioquia, una mujer que, en un calabozo, después del tormento, fue devorada por un dragón (nombre genérico para decir bestia sobrenatural, demonio antiguo [reptiliano], relación mitológica con lo abominable, con lo incontrolable.), y usando el signo de la cruz, abrió las entrañas del dragón para ser liberada. Resonó muchísimo esa historia pues antes había leído al respecto de algunas formas de nahualismo, que existen representaciones en estelas mayas, cerámica antigua e incluso en códices, está presente la alegoría de ser devorado y/o vomitado del interior de serpientes gigantes. Aquí conviene hacer una pausa para hacer dos aclaraciones; la primera es habitar la misma piel, durante el acontecimiento, de ser devorado, hay un momento en que, dentro de la bestia, el dragón o la serpiente, el ser humano en el interior, habitan el mismo cuerpo; de ahí la idea de estar usando la misma piel. Muchísimo puede decirse a ese respecto, pues hay tradiciones al por mayor en que se usa la piel de animales para investirse de sus poderes, cornamentas de venados, tocados de plumas, prendas de conchas de mar, togas de jaguar o de búfalo, incluso de seres humanos como la tradición de Xipetotec, etcétera, etcétera. Vestir la piel del animal como una forma de ser uno mismo con otro ser; una de las premisas principales de ciertas formas de nahualismo. La otra aclaración es en el sentido paisajístico-iniciático; en algún texto leí que, en comunidades de la zona maya, las personas que se inician en el ministerio de la magia descienden en pasajes al interior de pirámides para ser devorados por paisajes sagrados y emerger renacidos a una nueva vida. Esa misma práctica la comparten muchas tradiciones iniciáticas, como el cuarto de reflexiones al interior de la tierra en las ceremonias masónicas; o el ciclo que deben pasar en cavernas, sin agua ni comida, durante días algunos otros practicantes de tradiciones nómadas, para visionar o conocer sus nombres de guerra. En fin, esa idea de ser devorado por la naturaleza está presente desde tiempos remotos en nuestro territorio, en la alegoría del Monstruo de la Tierra (mirar el horizonte donde las cimas y hondonadas de las sierras forman un contorno semejante a colmillos de una bestia enorme), que se come al día, cuando el sol cae en el ocaso, y que devora la noche cuando las estrellas se pierden en ese mismo horizonte al amanecer. Todas esas Relaciones, tienen vasos comunicantes: del caos y el orden, de lo que no podemos controlar y la manera de afrontarlo. Me gusta reconocer en las formas antiguas, gestos vigentes todavía. Agradezco al clan del oso por su hospitalidad.

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